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Cuarta parada, el intestino delgado

Viajando por nuestro sistema gastrointestinal

Ya hemos llegado a la estación del intestino delgado, en ella solemos encontrar grandes colas y paradas que obstruyen el paso en muchos momentos del viaje. Gran parte de la digestión química se produce aquí, realmente aquí se cuece el meollo.

Tenemos que saber que el intestino delgado se divide en tres porciones: Duodeno, yeyuno e íleon. Constituye la mayor superficie mucosa del organismo.

El quimo pasa del estómago al duodeno. Éste descompone aún más los alimentos con un objetivo: Absorber los nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas) para nuestro organismo, no nos podemos olvidar necesitamos ENERGÍA !

¿Cómo consigue realizar todo esto?:
⦁ Gracias a los jugos pancreáticos que contienen enzimas y descomponen químicamente a los carbohidratos, grasas y proteínas.
⦁ A través de la bilis segregada por el hígado, nos ayuda a digerir las grasas y algunas vitaminas. El hígado manda la bilis “nuestro detergente” a su almacén, la vesícula biliar o intestino delgado , según convenga.
⦁ También se suman los propios jugos del intestino delgado, mezclándose con la bilis, los jugos pancreáticos junto con el trabajo de las enzimas digestivas y el trabajo de las bacterias que nos ayudarán a realizar una correcta digestión química.

Por las razones antes mencionadas, podemos ver que el Intestino delgado es un peso pesado en la digestión. Es una zona muy concurrida y necesaria de un buen funcionamiento para que todo marche bien. Si no es así es muy probable que veamos en consulta clínica de gases, flatulencias, eructos, mal aliento, digestiones lentas, dolor de cabeza, problemas cutáneos…y eso nos da la pista para valorar la unidad gastroduodenal.

Así que gran parte de los nutrientes que se han liberado en la digestión atraviesan las paredes del intestino delgado. Consiguen atravesarlas gracias a las numerosas vellosidades de las células intestinales que tapizan su interior. Es la etapa de la absorción.
Las vellosidades no dejan de ser unos pliegues que recubren la superficie de la mucosa intestinal. Aumentan la superficie para facilitar la absorción de las grasas, nutrientes, vitaminas, sales minerales y agua. A continuación de esta etapa se produce la asimilación. Cada una de esas vellosidades permitirá el traspaso de nutrientes y energía mediante los vasos sanguíneos que las unen.

¿Pero qué ocurre antes de que los nutrientes y la energía se distribuyan por el cuerpo?
Pues que entra en juego, el hígado. Es nuestro gran filtro, realiza un gran trabajo de criba, descarta todo lo que le parece tóxico y nocivo.

Finalmente a través de la sangre se reparten los nutrientes por todos los órganos. Así que si las vellosidades intestinales no pueden hacer bien su trabajo, entrarán las células moleculares mal digeridas y sustancias tóxicas como Pedro por su casa, y aquí se producirá una mala absorción intestinal, lo que nos dará muchísimos problemas en muchos sistemas del cuerpo.


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Eva Allué – Bienestar Holístico y Osteopatía

Eva allué

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